LA CLÍNICA PARA EL ALMA
Hace algunos días pensaba en que deberían existir clínicas para el alma. Así como nos preocupamos por la salud de nuestros cuerpos, deberíamos preocuparnos por analizar y explorar dentro de cada uno de nosotros qué cosas necesitamos para ir mejorando y transformando nuestras vidas.
Vamos al beauty (salón de belleza) a embellecernos el cabello, las uñas, la cara. Los gimnasios están llenos de gente que quiere mantenerse en forma. Tratamos de cuidar nuestra dieta para tener una calidad de vida superior. Sin embargo muchas personas no enriquecen su intelecto. No cuidan lo que entra por sus ojos, lo que escuchan por sus oídos.
Debemos escudriñarnos para ver si encontramos algo que nos esté afectando en nuestras vidas como creyentes y en nuestra forma de conducirnos por la vida. No escucho a nadie decir: "voy hoy para la clínica a desintoxicarme del odio, las envidias, los chismes, la depresión, el negativismo".
Tenemos que buscar ser tan lindos por dentro, como procuramos serlo por fuera. Y el camino que nos conduce a esa búsqueda profunda, se encuentra en una vida devocional con el Señor. Continuamente él nos limpia, nos purifica, nos baña en su gracia y perdón, nos perfuma con su amor y su Espíritu Santo hace que podamos percatarnos cuando necesitamos ajustes.
El maquillaje de Dios cubre nuestras imperfecciones y nos hace dignos de allegarnos ante su presencia y purificarnos de nuestros pecados. No importa cómo te sientas hoy, Dios puede hacer una obra increíble en tu ser, alma, corazón y sentimientos. El puede hacer que pierdas el peso del pecado. El puede vestirte que la ropa más elegante y moderna, esa que nunca pasa de moda y puede diseñarte con los frutos de su Santo Espíritu para que cuando desfiles por la pasarela del mundo, los que te ven se deslumbren y quieran parecerse a tí porque tú a su vez te pareces a él.
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