viernes, 12 de febrero de 2010

CARTA DE ESPERANZA DESDE EL CIELO.



Dirigida a todas las mujeres que sufren todo tipo de atropellos y humillaciones, y que por la costumbre de aguantar, se callan creyendo que es normal vivir así, mas su rostro es fiel reflejo de su vida rota, de su angustia e impotencia.

Para todas vosotras, mujeres de carne y alma herida; para todas vosotras las que creés con toda razón que no hay salida a vuestras penas; hoy os traigo un mensaje de esperanza. “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” Salmos 27:1

El mensaje, me lo trajo desde el cielo, un ángel una tarde que yo también moría de dolor, en mi soledad infinita. Una voz pequeña y dulce, me susurró al corazón roto: “¡Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti!” Isaias 60:1

¡Levántate! ¿Me pides a mi? ¿Pero cómo puedo levantarme y menos resplandecer, Señor? ¿No ves que me han vencido? ¡no tengo fuerzas ya! Respondí herida. “¡Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”! 2 Corintios 12:9. Resonó en mis oídos, y una dulce calma tomó posesión de mi ser.

Me levanté obediente y pregunté temblando: Padre mío, ¿qué va a ser de mi vida? ¿Cómo saldré adelante si me falta todo? Con inmensa paciencia me contestó: “Tu, pues hija mía, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”, 2 Timoteo 2:1

A través de la niebla de la incertidumbre, busqué tu rostro, oh Dios mío y Salvador mío. Y sentí tu mano sobre mi cabeza, dándome una tierna seguridad y diciéndome: “Esfuérzate y sé valiente” Josue 1:6

Señor, ¿cómo puedo ser valiente si tengo tantos retos a los que enfrentarme y no sé cómo? No puedo más, mi fe parece muerta. He llorado tanto, que no tengo fuerzas. Quedamente, me volviste a recordar: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” Josue 1:9

Señor, tú sabes las veces que protesté en mi desesperación y te decía: ¡No es justo lo que me está pasando! Mi corazón estaba lleno de resentimiento y de envidia; más tú, me enseñaste con amor: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía. Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo” Salmos 37:4-6,8

¡Padre! ¿Por qué me has probado como a Job? Me has quitado todo y aún lo que más quería y valoraba en la vida.... mis hijas, me rechazan. Aún suenan en mis oídos las palabras de aquel funcionario diciéndome: “¿Cómo, sus hijas no se van con usted? ¡Qué clase de madre habrá sido para que la dejen sola!” Entonces recordé las palabras de Job: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. Jehová dió y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” Job 1:21

¿Qué quieren de mi? ¡No puedo más, Señor, el dolor me mata! Clamé en mi angustia; y Él contestó, como el sol resplandece en un nuevo día: “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice no temas, yo te ayudo” Isaias 41:13

Me convertí en mujer de dolores, la sonrisa se esfumó de mi rostro; nadie quería estar cerca de mi, por temor a mis lágrimas y mi queja. Sólo tus promesas, oh Dios, me sostuvieron durante los cuatro años de calvario y soledad vividos. Mi madre continuamente me recordaba tu promesa: “Clama a mi, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no conoces” Jeremias 33:3

Por fin, un día caí de rodillas y con tu diestra sobre mi cabeza, te confesé todos mis pecados y de corazón te pedí perdón y te declaré mi miseria e impotencia. Y tú, oh Dios, tuviste misericordia de mi y me levantaste de mi sufrimiento convertida en un pequeño poeta, que encontró la luz de la esperanza, cantando primero a las penas y frustraciones, y luego a la vida; y dándote gracias porque: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestro pecados y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9

La convicción del perdón y de la restauración de una nueva vida, me dió alas como las águilas, y me elevé a las alturas resucitando de mis cenizas. Me devolviste a mis hijas, alegría de mi vida, y proveíste el techo para cobijarme. Por lo tanto, oh Padre mio, te alabaré y glorificaré mientras viva, porque tu me libraste de la muerte, de las tinieblas y de la amargura. Por eso cantaré: “Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra” Isaias 12:5

Verdaderamente, el Señor es poderoso para librarnos de todo pecado. De todo dolor. De todo fracaso. Él es el único que puede transformar nuestras vidas: de la muerte a la vida, de la desesperanza a la esperanza, de las tinieblas a la luz, Solo tenemos que confiar en Él con todo el corazón: “El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma” Salmos 138:3

Él hace milagros, Él puede salvar, Él puede hacer lo imposible, posible; pero todo esto se hace realidad en el tiempo del Señor y según su voluntad; y sobre todo dejando que Dios borre el pasado y nos restaure: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas” Isaias 43:18

Soy afortunada, porque el Señor me guadó siempre, y aunque estuve herida por un tiempo, mi Padre bendito me sostuvo y cuidó de mi. “Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan” Isaias 58:11

Una cosa importante aprendí a través de la prueba, que sólo el Señor nos capacita para aceptar las pruebas, y nos da la victoria sobre la adversidad; pero sobre todo por su gracia, nos capacita para amar y perdonar. Es un don precioso que debemos buscar: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser....” 1 Corintios 13:4-8

Hoy soy una mujer nueva que camina al encuentro de su Señor, y mientras hago el camino, voy aprendiendo a servirle y a amarle mejor. ¿Fuí una mujer maltratada? Solo Dios sabe la verdad. ¡Hoy, soy feliz! ¡Cristo me salvó para Él!

Despues de haber leido este testimonio, si tu vida es similar y has sufrido algo parecido o situaciones tambien dificiles, sabes que la respuesta esta solo en Jesus, ven a El que te librara, perdonara, satisfara y te llenara de Su presencia y podras brillar con su luz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario